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la belleza se encuentra en el camino


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Colores y ilusiones

Teníamos los colores habituales, ellos mismos provenían de la gran transición del 78 con promesas pintadas y grandes logros con corrupción incluida. Los tintes del equipo azul se renovaron quedándose después del fin de la alianza en azul popular. El líder azul con bigote de aquella época supo leer los tiempos y el inconsciente de las masas, así que pinto todo de azul con música incluida. “El azul va bien” era su lema. La ilusión invadió los rincones. Poco después, se oían rumores de elecciones a dedo, de cambio de bandas forzado y de paranoia del control de colores. Durante este mismo periodo, se intentó pintar del mismo color todos los medios de comunicación, a veces a golpe de tinte mafioso.

 

Llegó el gris rojizo que supo transcender en su primera etapa el azul. La guerra era muda entre rojo y azul. Sin penas ni gloria hasta que llegó una abominación de color podrido internacional con olor incluido. El rojo no supo enfrentar y dejó los sitios medio pintados. En buen sucesor del bigote, aterrizó el barbudo que quiso rehacer la hazaña del predecesor azul. Dio confianza y repintó de azul popular. Los tiempos no le hicieron caso, la abominación de color podrido había socavado el terreno. Los méritos y logros del barbudo azul están por reconocer, o sencillamente no existen tal cual. El tiempo le dará su lugar exacto. Bajo su reino aparecieron los nuevos colores. El dualismo se fracturó aún más. Ni el azul tampoco el rojo supieron frenar la llegada de aquellos gritones. Su acceso a los medios tradicionales pintados estaba vetado, los nuevos colores aprovecharon y siguen haciéndolo los nuevos modos de transmitir.

 

La política como buena hija de color de la iglesia nos comanda a escuchar y creer en nuestros lideres. Los actos son lo único que demuestran una real voluntad de cambiar o hacer las cosas. Y los actos suelen cumplirse en política, única, principal y muy probablemente durante las campañas. Una vez el cheque firmado y entregado, se esfumará todo esfuerzo voluntario de real cambio.

 

Como seguidores y apoyo de un sistema de colores políticos, ya no tenemos nada que hacer hasta que se termine el mandato de tal color. Así son las cosas: el trabajo se destruye por la tecnología que adoramos; la economía, sobre todo la macro, parece no tener necesidad de re-invertir en la capa más baja, la micro; los gobiernos efímeros atrapados en deudas estratosféricas venden su patrimonio maquillado en acuerdos económicos supuestamente buenos y nuestra unión de colores estrellada divide los colores aliados, uno mando por todos. Cada vez más colores y menos matices.

 

El 20 D fue una real chapuza de cambio político, ni el azul tampoco el rojo cambiaron como prometido. Se hizo más manifiesto después de tantos coloridos meses de dichosas negociaciones. En fútbol, otro juego de colores, “ no siempre ganan los equipos más fuertes, sino las que tienen una visión clara como llegar los primeros…” Ahora, a repetir lo mismo.

 

El 26 J no va ser lo mismo. Hay demasiado en juego tanto por los colores habituales como nuevos. Es un juego de probabilidades y variables constantes pero el color que sabrá captar el inconsciente de las masas gobernará aunque tendrá poca mayoría.

Rien ne va plus, les jeux sont faits”.

Cada vez las cosas más serias de la democracia se parecen más a los juegos de azar o a las apuestas. Los debates habitualmente eran la guinda del pastel electoral. Eran tan decisivos. Los llama indecisos los que no comunican sus intenciones de voto, y los verdaderos indecisos no entienden esa farsa, esta obligación de dar un cheque en blanco firmado a los “de arriba”.

 

Esos colores no hacen tampoco provocan el cambio. Eso si, sus decisiones pueden frenar o acelerarlo y poco mas. Es una nueva transición. Nadie encontrará el consuelo en las cartas o en los sondeos. Porque nadie tiene la verdadera clave de la situación actual ni la entiende totalmente. Esta transición tiene mucho mas de todo: colores, causas, efectos, contrincantes y variables que constantes. Pero todos reconocen que hay una necesidad mucha más grande de cambiar las cosas. Es un volcán de descontento y rabia imparable y constante, no tiene representación exacta tampoco dueño. Y los dirigentes de colores habituales no han sido atentos, jurándose lealtad y al instante siguiente traicionándose constantemente el uno al otro. Los nuevos parecen haber escuchado y entendido mucho mejor pero a entrar en contacto con los demás colores políticos cada vez sus discursos irascibles se diluyen más. Eso señala que el verdadero cambio va seguir esperando. Pero cada vez resurgirá con muchísimo más fuerza y dificultad para dominarlo.

Los colores a la víspera del 26 J, se reparten los papeles de esta forma, el azul sigue al timón pero tocado y sacudido, el mojado ha dejado ser fuera por entrar como protagonista de pleno derecho y pretendiente al trono, el rojo ha sido rey del cambio y ahora solo puede aspirar ser arbitro, ¿Que hará? El naranja tiene el papel más difícil y más liviano en el mismo tiempo, está solo en la banda, puede sustituir o mezclarse.

 

Posdata: ese post se escribió un mes antes de las elecciones. Y como dice el dicho: » Para gustos, se han hecho los colores.» Al contrario de mi costumbre, no habrá recomendación de lectura.